Amo a Quisqueya con sus buenas y sus malas,
su bullicio empedernido, su basura y su smog;
la sonrisa de los fruteros en las calles llenas de tràfico,
los tígueres en los barrios con sus patas sucias y sus cacuchas,
el fuifuio de los hombres a las mujeres en la calle,
el calor del carajo, el regateo, el lío…
sus playas, sus flores, su gente, sus ríos,
sus atardeceres, sus monumentos, sus arrabales y sus vainas;
su comida, sus brazos abiertos, sus ojos hambrientos y saciados,
sus eses comidas, sus apagones y escasez;
lo que sobra, lo que falta, lo bailado, lo gozado
sus coños, su desgracia, su gracia y su valor:
Amo a Quisqueya.
Amo a la vida con sus vaivenes,
sus mojigangas y cuentos, sus sube-y-bajas
las oportunidades que brinda, cuando le da la gana,
las que nos quita, cuando también decide…
la eterna ruleta, el esperar admirado,
el subirse a lo que sea porque uno nunca sabe,
el luchar, el cogerlo suave, el descansar, el viajar
el aprender, el lograr, el no lograr y aprender
el observar, el entender
un día si y el otro no.
¿Qué carajo es la vida, por qué estamos y a dónde vamos?
Amo la vida.
Amo a mi familia ayer, hoy y siempre:
su corazón bueno, su genio del carajo;
su ética de trabajo, su sensibilidad social
su preocupación humana, su inteligencia, su vigor…
su espíritu de unión, su sencillez y su soberbia;
sus dolores, su espera,
lo que fue y lo que es.
Amo a mi familia, sin comer cuentos.
Te amo a ti, alto y delgado
con tu piel rosa, tus facciones finas
tus manos dulces, tu calma, tu hombría
tus sueños gigantes, tu continua osadía
tu risa, tu ser y lo que vivo contigo
el toque de tus manos, tus mensajes de texto
saber que estás cuando miro hacia atrás
el tener sin tenerte, sin mayor explicación.
Por tuttysan © 2007
Amor del negrito – poesía. Foto: malecón de Santo Domingo, República Dominicana.